Las comunidades latinas de Filadelfia reflejan el futuro de Estados Unidos
Las familias latinas, como portadores de la cultura que dan nueva vida a los vecindarios de Filadelfia, ofrecen un vistazo al futuro de los Estados Unidos.
Esta historia es parte de la The 47: Historias along a bus route, una colaboración con WHYY’s PlanPhilly, Emma Restrepo y Jane M. Von Bergen.
Este artículo está escrito en español. To read this article entirely in English, click or tap here.
Tenía 12 años cuando las comunidades inmigrantes de Filadelfia se unieron a una protesta nacional contra la política anti-inmigratoria como respuesta a una reforma migratoria integral.
Fui con mi familia, inmigrantes de República Dominicana, al LOVE Park donde nos unimos a amigos y vecinos para marchar. La mayoría de mis recuerdos de ese día de 2006 se han desvanecido, pero uno sigue vivo: enlazado a los brazos de mi madre creando una cadena humana; mi madre, quien recientemente se ha hecho residente permanente, y mi tía, inmigrante indocumentada, mientras gritaba: “¡el pueblo unido jamás será vencido!”.
Han pasado 15 años desde esa histórica protesta y las comunidades latinas de Filadelfia son hoy más grandes y diversas que nunca. La Oficina del Censo de los Estados Unidos estima que más de 60 millones de residentes estadounidenses son latinos, es decir, el 18.5% del total de la población del país. De esos 60 millones, casi un cuarto de millón vive en Filadelfia, es decir, el 15.2% de la población de la ciudad.
La comunidad latina, con toda su diversidad, ha florecido a lo largo de la línea de autobús de la ruta 47 de SEPTA, desde el sur con la creciente comunidad mexicana, hasta el norte con la gran comunidad puertorriqueña y dominicana, y los centroamericanos dispersos en ambas áreas.
Muchos de ellos son empresarios, pero son especialmente familias portadoras de cultura y están ofreciendo un vistazo de lo que será el futuro de los Estados Unidos.
Filadelfia, primera ciudad capital de la nación, fue pionera en muchas de las primeras leyes de inmigración del país estrictamente hablando. Y a lo largo del tiempo, con leyes o no, la ciudad atrajo a los recién llegados. Los inmigrantes italianos, alemanes, irlandeses y británicos llegaron en el Siglo XIX, atraídos por los trabajos en los puertos de la ciudad y en las fábricas que crecieron a sus alrededores. A principios de la década de 1900, los latinos también habían comenzado a llegar en grandes cantidades.
Cientos de inmigrantes puertorriqueños se establecieron en Northern Liberties, Spring Garden y Southwark, cerca de los trabajos en los puertos o en las fábricas que operaban en esas áreas.
Los puertorriqueños en la ciudad siguieron creciendo, entre otras como resultado de la decisión federal en 1917 de otorgarle a los residentes de la Isla la ciudadanía estadounidense. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, la comunidad estaba en auge con miles de trabajadores puertorriqueños que mantuvieron en funcionamiento las fábricas de la ciudad en medio de la escasez de mano de obra. Muchos de ellos se habían mudado al área que rodea la calle cinco en Fairhill, o lo que hoy llamamos “El Bloque de Oro”.
Para 2018, el 59% de los residentes latinos de la ciudad eran de ascendencia puertorriqueña. Hoy, Filadelfia tiene la segunda población puertorriqueña más grande del Estado, después de Nueva York.
El Bloque de Oro continúa siendo el hogar de importantes sitios culturales como el Taller Puertoriqueño y El Centro Musical, ya que personas de República Dominicana y de otras partes de América Latina, también han construido una comunidad allí en donde han encontrando consuelo y oportunidades en uno de los prósperos corredores empresariales.
Y es que el caso dominicano es interesante. El 15% de la población de Filadelfia nació en el extranjero; de ellos, el tercer país en número es República Dominicana luego de China y Vietnam. En los últimos 10 años, los inmigrantes dominicanos se han consolidado en la ciudad. Muchos de ellos migran de Nueva York a Filadelfia, un patrón de migración muy común también para los puertorriqueños y los mexicanos. Los dominicanos son conocidos por su emprendimiento; su nicho económico abarca gran variedad de negocios haciéndolos dueños de bodegas, peluquerías y restaurantes. Los dominicanos son actualmente el segundo grupo latino más grande de Filadelfia.
Similar a los dominicanos, surgen los mexicanos, aunque su presencia en la ciudad es más reciente. Una de las olas migratorias mexicanas más representativas hacia los Estados Unidos, data de finales del Siglo XX y principios del XXI luego de la firma del Tratado de Libre Comercio en 1994. Este Acuerdo, provocó en México una pérdida significativa de puestos de trabajo y un aumento en los índices de pobreza. A Filadelfia llegaron muchos directamente de Nueva York y se establecieron en su mayoría en el sur de la ciudad, en el corredor económico de la calle nueve. Miles de ellos dan vida a áreas dentro y alrededor de la Ninth Street Market, conocido como el Mercado Italiano. Los mexicanos son el sexto país de origen más numeroso en la ciudad.
Los inmigrantes del resto de Centroamérica son también parte de la presencia latina en crecimiento en la ciudad. Los centroamericanos en Filadelfia provienen principalmente de El Salvador, Guatemala y Honduras; los tres, junto con los dominicanos, son parte de los cuatro grupos latinos de más rápido crecimiento en el país. Ellos se han instalado indistintamente en el norte y en el sur de Filadelfia, lógicamente en las áreas de mayor asentamiento latino.
Esta presencia centroamericana responde sin duda a los miles de titulares de noticias en el país. Muchos centroamericanos emigran buscando refugio, huyendo del peligro y en aras de la tan esperada reunificación familiar. Según la Agencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) para los Refugiados, más de medio millón de centroamericanos buscaron refugio en países vecinos. En sus países de origen, los centroamericanos están sujetos a pobreza generalizada, violencia y amenazas de pandillas; violencia de género, matizado con gobiernos inestables y grandes niveles de corrupción.
Sin lugar a dudas, se están produciendo cambios demográficos importantes en los Estados Unidos. Los latinos son el grupo minoritario más grande y el segundo grupo etno racial de más rápido crecimiento en el país, y lógicamente las comunidades latinas de Filadelfia reflejan estos cambios.
Los latinos nacidos en los Estados Unidos superan en número a los nacidos en el extranjero; esto se refleja en la población joven de Filadelfia. Según el informe de junio de 2018 de Pew Charitable Trusts, el 23% de los niños de la ciudad menores de 18 años tienen al menos un padre nacido en el extranjero. Esto, junto con la postura más pro-inmigrante del presidente Biden — en comparación con su predecesor — tiene el potencial de remodelar no solo la demografía, sino también la política, la economía y la cultura de nuestra ciudad.
La arenga que escuché en las protestas pro-inmigrantes de 2006 en Filadelfia, “el pueblo unido jamás será vencido”, se utilizó inicialmente para movilizar a la clase trabajadora de Chile en 1970. Desde entonces, la frase se ha utilizado cientos de veces en canciones y protestas en el mundo entero. Con un estimado de 11 millones de inmigrantes indocumentados que residen en los Estados Unidos y políticos, tanto republicanos como demócratas que continúan jugando con nuestro destino, solo puedo imaginar cómo serían esas protestas de 2006 hoy en día: millones de inmigrantes indocumentados y no inmigrantes, entrelazando los brazos mientras exigen justicia a través de una reforma migratoria integral. Esta vez, al frente de las protestas, en Filadelfia, una presencia latina aún mayor representando el futuro de los latinos en un país aún más multicultural.
Rafael Logroño es periodista bilingüe, escritor y profesor universitario de Filadelfia. Enseña y escribe sobre raza, política, medios de comunicación y comunidades latinas.
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