No es tan sólo una tienda, es La Emperatriz de América
La tienda San Miguel Arcángel mantiene el sur de Filadelfia listo para los ceremoniales y protegido del peligro.
Esta historia es parte de la The 47: Historias along a bus route, una colaboración con WHYY’s PlanPhilly, Emma Restrepo y Jane M. Von Bergen.
Este artículo está escrito en español. Para leer este artículo en una combinación de inglés y español, haga clic o toque aquí or to read this article entirely in English, click or tap here.
Isabel Espinosa Sánchez es una mexicana sonriente y tranquila que encontró en Filadelfia la combinación perfecta: el catolicismo y los negocios. Vive en Delaware, pero tiene una tienda de artículos católicos en la calle 9: San Miguel Arcángel, una tienda con muchos colores ordenados, elegante, en donde se habla con deferencia y en tono bajo. No hay latino devoto que no haya pasado por ahí.
“Todas las mañanas cuando entro a Filadelfia, envío besos a esta ciudad que me apoya y me sostiene”, dice sentada en la parte de atrás de su tienda con un café negro y sin azúcar. Su tienda es una bendición para los latinos católicos, inmigrantes o no, que buscan consuelo celestial. Es también una tienda que nos habla de ese catolicismo latinoamericano.
A esta tienda vienen todas las familias cuando se acercan los bautizos y las primeras comuniones, especialmente las de nuestros hermanos mexicanos y centroamericanos porque la Virgen de Guadalupe está en todo: en los pequeños vestidos, las medias, las diademas (también llamadas coronas), los zapatos, las velas, en casi todo.
Espinosa nos cuenta de la Virgen de Guadalupe: “es la reina, diría yo, de los latinos” es la Virgen que se viste con túnicas de colores y aparece rodeada de flores. No es para menos. “La Virgen de Guadalupe obra milagros increíbles en todos los sentidos”, dice Espinosa. “La mayoría de los mexicanos piden salud para su familia”, agregó. Por eso todo el año, pero especialmente el 12 de diciembre en México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Filadelfia, se siente esa inmensa fuerza de la fe de un continente que renueva su amor por La Emperatriz de América.
“La fe en la Virgen de Guadalupe es particularmente fuerte entre los mexicanos de las comunidades rurales. Es increíble cómo sus pequeños ya reconocen quién es la Virgen de Guadalupe y es sorprendente la fe que tienen en ella. Es asombroso. Es un amor increíble, que se siente, que se palpa”, dice Espinosa.
Su historia, la de Espinosa, comienza en Tlancualpican, un pequeño pueblo del Estado de Puebla, México, donde ella, casada a la edad de 21 años, entró en el negocio de su esposo vendiendo sombreros. Pero un buen día la moda cambió porque los trabajadores agrícolas del Programa Bracero que regresaban de los Estados Unidos usando gorras al estilo americano. Así que los sombreros pasaron de moda y las gorras tomaron su lugar.
Al cerrarse la fábrica, la familia se vino a los Estados Unidos uniéndose a parientes ya arraigados en el país, como muchas veces sucede en nuestros patrones de migración. Espinosa y su esposo llegan a Delaware y, utilizando su experiencia comercial, abren una tienda de esquina. Una de sus hijas, cuando estudiaba en el Delaware Technical Community College, tuvo como profesora a la futura Primera Dama, Jill Biden.
Un buen día entra a la tienda un señor mexicano ya mayor vendiéndole unas mochilitas bordadas con la imagen de la Virgen de Guadalupe. Y aunque su marido la regañó por haber gastado dinero comprándole las mochilitas, ella las vende casi al instante ganando $4 dólares por mochila. Y ese mismo señor le dijo que cualquier cosa mexicana, especialmente lo decorado con la Virgen de Guadalupe, se vendería muy bien.
Así que luego de investigar, decide comprar productos mexicanos en las tiendas mayoristas de New York, California y Las Vegas, opciones más económicas y rápidas que ir a México. Y con su marido llenan el carro con la Virgen de Guadalupe en gorros, cinturones, paliacates (pañuelo pequeño), carteras y camisetas. Y tal como lo hicieron en México, Espinosa y su esposo comienzan a ir de tienda en tienda por la Costa Este vendiendo sus productos.
Pero los días de carretera comenzaron a ser muchos y Espinosa pensó que ya en la vejez los recorridos tendrían que disminuir. ¿La solución? Un lugar fijo para vender su mercancía, esta vez estrictamente relacionada con el catolicismo. “Como recorremos muchos lugares, sabemos la dinámica de cada ciudad. La única ciudad de las que visitamos, donde están concentrados los latinos (mexicanos y centroamericanos) es en Filadelfia en la calle 9”, dijo. Justo ahí por donde pasa la variante de la ruta 47M de Septa.
Nos cuenta que sus clientes vienen de todas partes y de muchos países. Si bien la Virgen de Guadalupe es un éxito, el Arcángel Chamuel, conocido como el del amor, se está volviendo cada vez más popular. Y por supuesto, los clientes tienen distintas predilecciones.
Los puertorriqueños van por San Lázaro, amigo de Jesús. Los cubanos buscan a la Virgen de la Caridad del Cobre. Los peruanos van por Nuestra Señora de los Dolores o la Virgen Dolorosa, una imagen de la madre de Jesús en duelo por su hijo crucificado. Los dominicanos prefieren a la Virgen de la Misericordia, que libera a las personas de la cárcel, de las adicciones o las enfermedades.
“A los niños no les falta el ángel de la guarda, San Judas Tadeo es el santo para los casos difíciles y desesperados, y la mayoría de sus devotos son hombres”, dijo Espinosa. Y la policía de Filadelfia busca a su santo protector, San Miguel Arcángel. Ellos “están en todo lo malo y deben tener quien los cuide”, agregó.
Nos cuenta que un día se puso a llorar cuando comenzó un desfile italiano en el sur de Filadelfia con devotos que llevaban estatuas de la Virgen María vestida de azul y blanco, y también llevaban a la Virgen de Guadalupe, con su túnica de colores y la banda de mariachis.
Para Espinosa su tienda llena el vacío que ella sintió; “cuando llegué (a los Estados Unidos), lo primero que busqué en las tiendas fue algún santito, alguna imagen y no lo había”. Por eso, ella siente una gran realización con San Miguel Arcángel y su tienda, que le ofrece consuelo a quienes están lejos de sus casas y de sus hogares, mientras ella practica su catolicismo.
“Ya que tienes un Dios que te cobija, un Dios que te consuela, un Dios que te da todo, eso es muy reconfortante para los que estamos dejando todo, porque en verdad, el dejar tanto en nuestros países como familia, costumbres, tradiciones… encontrar a Dios aquí es fortalecerte”, dijo. “Si desde una edad temprana, te fortalecen con el hecho de que hay un Dios todopoderoso que te apoyará, que te guiará, que te hará sentir bien, me encanta”.
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