Luis, un entrenador de fútbol que la ‘sacó del estadio’ en South Philly
Cuando era niño y crecía en México, Luis Uribe soñaba con un futuro jugando al fútbol. Décadas más tarde, en Filadelfia, usa el juego para conectarse con su comunidad.
Esta historia es parte de la The 47: Historias along a bus route, una colaboración con WHYY’s PlanPhilly, Emma Restrepo y Jane M. Von Bergen.
Este artículo está escrito en español. Para leer este artículo en una combinación de inglés y español, haga clic o toque aquí or to read this article entirely in English, click or tap here.
Cuando Luis Uribe crecía en Puebla, soccer o fútbol, como se conoce en todos los países de Latinoamérica, era su vida y aún sigue siéndolo. “Cuando yo era joven, yo amaba el fútbol”, dice Uribe. “Cada domingo yo jugaba fútbol”.
Así que cuando llegó al sur de Filadelfia, hace casi 20 años, la primera cosa que hizo fue buscar con quién jugar fútbol. Se iba al parque religiosamente los domingos y finalmente, encontró fútbol y amigos. “En ese tiempo se empezó a hacer una liga pequeña de adultos y, pues, yo encantado. Me uní a esa liga porque eso era lo que quería, jugar fútbol”.
Uribe no tenía ni idea que esa liga modesta e informal se convertiría en un gran programa de fútbol para 80 familias, muchas de ellas con tres o cuatro niños inscritos, incluyendo niñas. El Club Deportivo Los Lobos, o The Wolves, cuenta con 180 niños y niñas que juegan en Capitolo Playground en la Calle 9 en el sur de Filadelfia al frente de la parada del bus 47.
Uribe es el coordinador. Él se encarga de distribuir a los jugadores en distintos equipos por edad y habilidad, y trata de que estén parejos para que los partidos sean competitivos. “Ningún equipo tiene mejores jugadores; ningún equipo está muy mal parado”.
Uribe viaja con sus mejores jugadores para competir en distintos torneos en otros Estados. Los Lobos han jugado en torneos regionales en Delaware, New York, New Jersey, Atlantic City y Reading. ¡Y ganan! Ambos equipos, el de los menores de 9 años y el de los menores de 12, ganaron el primer lugar el año pasado. Ahora son los campeones del Torneo de Invierno de la ciudad de Filadelfia y las niñas ganaron el tercer lugar. “Estoy super contento”, dice entre risas.
Como la mayoría de las ligas juveniles, Los Lobos cuenta principalmente con el apoyo de los papás. “Todo lo compramos entre los papás y yo, pero los papás son los que más aportan. Ellos me donan un balón por familia, un paquete de conos o todo el equipo que necesitamos para entrenar, que no es mucho. Necesitamos un poco más, pero lo que tenemos, los papás lo van comprando. Las playeras (camisetas se les dice también en algunos países de Latinoamérica) también ellos las pagan”.
Al igual que todos los deportistas jóvenes del mundo entero, Uribe soñó con jugar para su equipo favorito y por supuesto que ese equipo es el Barcelona. Pero ya de adulto tuvo que admitir la triste realidad. “Te podré decir que para meter goles yo tengo dos pies izquierdos y no soy tan bueno”, dice sonriente.
Sueña con que uno de Los Lobos haga realidad el sueño que él no pudo, ser una estrella del fútbol mundial. “Soy un soñador. Me gusta soñar grande y sigo soñando. Todavía no he llegado a lo que me propongo. Y me gustaría también que uno de mis niños soñara. ¿Por qué no jugar en el Barcelona que es mi equipo favorito?“.
Uribe, quien se desempeña como mecánico y cocinero en Filadelfia, se mantiene ocupado en el campo de juego entrenando a Los Lobos en el parque Capitolo. Ese parque que ha sido un ancla en el vecindario, en ese neighborhood que ha sido el hogar de muchos inmigrantes como él. Y es que Capitolo está al final del Mercado Italiano llamado así por los inmigrantes italianos que vivían en el segundo piso de sus tiendas. Ahora, en el Mercado Italiano habita el Mercado Mexicano, el Camboyano y el Vietnamita.
Cuando Uribe llegó al sur de Filadelfia en 2000, los mexicanos comenzaban a mudarse a la ciudad. Para ese entonces la mayoría de los que vivían allí eran puertorriqueños y la mitad de los vecinos de Uribe eran blancos estadounidenses. En 2018, los mexicanos ya eran el grupo latino dominante. A su vez, más blancos y asiáticos se estaban mudando, mientras que la población afroamericana se mantuvo en el diez por ciento.
Para Los Lobos, la raza no importa. Afroamericanos, blancos, asiáticos y latinos, todos juegan fútbol. “Nosotros tenemos de todas las nacionalidades. Tenemos chinos, tenemos morenos (afroamericanos), tenemos centroamericanos, americanos, tenemos de todo, todo”.
Uribe, padre de cuatro hijos, aprecia cómo el fútbol mantiene a los niños activos. “Te puedo decir que, en las familias, el rol que juega el fútbol es que los niños no están apegados a la televisión, al teléfono o a los equipos electrónicos”, dice. “Yo en estos 10 años que llevo en el fútbol he visto a muchas familias hacerse amigas acá. Hacer nuevas amistades”.
Sentados en las graderías los padres ven los partidos y se ponen a conversar, y muy pronto las invitaciones a fiestas de cumpleaños y celebraciones familiares no se dejan esperar. Las amistades se forman y las relaciones se hacen más profundas.
“El grupo que yo tengo, todos son amigos. Se invitan a las fiestas… claro que en este momento no hacen fiestas, pero te podré decir que el año pasado fue bonito ver cómo los papás y los niños hacían amistad,” dice. “Y ese es un rol muy bonito; que el fútbol los une. Creo que a mí en lo personal me ha gustado mucho eso, aparte de que yo amo el fútbol y me gusta ver cómo a los niños les encanta lo que nosotros hacemos. Pero también esa parte de que las familias se unan es lo que me ha gustado mucho y estamos unidos ahora”.
Cuando Uribe llegó a Filadelfia hace veintiún años, quería jugar fútbol tal y como lo hacía en su país de origen, México; tal vez encontrar compañeros de equipo entre los mismos mexicanos que vivieran cerca, pero ahora lo que más le emociona son las conexiones que el fútbol logra entre la gente.
“Y creo que me gusta más cuando otras personas de otras nacionalidades también se unen a nosotros. Y nos comunicamos y ahora hacemos parties. Ya no nos separamos. Ya todos nos conocemos y nos llevamos bien. Bueno, a pesar de lo poco que entendemos inglés o que ellos entienden español, creo que tratamos las dos partes de comunicarnos y llevarnos bien. Nos llevamos de maravilla”.
WHYY is your source for fact-based, in-depth journalism and information. As a nonprofit organization, we rely on financial support from readers like you. Please give today.