Esta historia es parte de la The 47: Historias along a bus route, una colaboración con WHYY’s PlanPhilly, Emma Restrepo y Jane M. Von Bergen.
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Alba Martínez abogada, quien ha ocupado cargos de alta gerencia en la ciudad de Filadelfia, ahora es también compositora, y ¡de salsa!
La Gua Gua 47 (como le dicen los caribeños al autobús), es su canción recién lanzada, escrita para honrar un día de verano de 1985 cuando tomó el autobús de SEPTA camino a la calle 5 y la Ave. Lehigh con el fin de conectar con el latido del corazón caribeño de Filadelfia.
Ese año Martínez, oriunda de Puerto Rico, acababa de llegar a Filadelfia procedente de Washington D.C., donde se había licenciado en derecho en la Universidad de Georgetown. Y allí en esa esquina, ese verano, encontró su comunidad en ésta su nueva ciudad.
Ella sintió la energía. “Cambió mi vida. Cuando me bajé en la 5 y Lehigh, había un combo frente al Centro Musical y la música entraba por las ventanas del autobús, había mucho color, mucha gente abrazándose, saludándose, mucha energía. Fue ahí que comenzó el contacto con mi gente que me llevó a muchas relaciones, tanto laborales como de amistad, además de la música; es mi vida en Filadelfia”.
Y esa energía fue la que quedó plasmada en la partitura de la composición de la salsa: La Gua Gua 47. En esta producción la acompañan el pianista y productor local David Colón, el vocalista venezolano Leo Gruber y el trombonista Humberto Alicea, un músico muy querido de Filadelfia que falleció en diciembre.
La canción es de esas que te invitan a bailar y relata la historia de “un momento muy importante en mi vida”, dijo Martínez. “Cuenta la historia de mi llegada y mi sensación de soledad”.
La ruta del autobús 47 la conectó con casa. “Fue algo tan profundo. Es una imagen que siempre estará conmigo”, dijo. “Me bajo y ahí estoy en otro mundo. Estoy en América Latina”.
Del bus a la Junta de Directores
Martínez se había mudado a Filadelfia para trabajar en Community Legal Services y a partir de allí construyó un currículum notable en esta su ciudad que la adoptó. Y es aún más impresionante considerando lo difícil que es para las mujeres en general y para las que son parte de una minoría, ocupar cargos de liderazgo. Según el informe de 2020 del Foro de Mujeres Ejecutivas de Filadelfia, en octubre sólo dos mujeres, ambas blancas, tenían el título de CEO en las 100 principales empresas que cotizan en la bolsa de la región y de esas dos, una ya no ocupa ese cargo.
De la abogacía, Martínez pasó a posiciones de liderazgo en Congreso de Latinos Unidos, la organización sin fines de lucro de servicios humanos y de salud para latinos más grande del Estado; luego al Departamento de Servicios Humanos de Filadelfia y a United Way del área metropolitana de Filadelfia y el sur de Nueva Jersey, que es la organización de recaudación de fondos y de impacto comunitario más grande de la región.
En 2008, pasó al mundo de las finanzas con fines de lucro, accediendo a puestos cada vez con más responsabilidad en The Vanguard Group.
Martínez se retiró de esta organización financiera en diciembre pasado para regresar a su “norte”, el trabajo por la justicia social. Ha comenzado su propia organización sin fines de lucro, Sol Impact Ventures, y está en la Junta del Comité de Taller Café, lo que completó el círculo.
Y es que Martínez nos cuenta que cuando acababa de mudarse a Filadelfia en 1985, llamó a Taller Puertorriqueño buscando a la comunidad latina en ésta su nueva ciudad encontrando, al otro extremo de la línea, el oído comprensivo del poeta local Luis Hernández.
“Me recibió tan efusivamente por teléfono”, recordó. “Él dijo, ‘mira nena, corre a la calle 5 y Market, toma el autobús de la Ruta 47 y tan pronto como llegues a la cinco y Lehigh, bájate. Vas a ver mi edificio en la esquina con un gran mural ‘. Ese mismo día salí corriendo, tomé la Ruta 47 y se abrió un mundo entero”.
Con la fuerza de la clave
Cuando Martínez llegó a Filadelfia, la comunidad latina era principalmente puertorriqueña. Desde entonces, dijo, la comunidad latina ha aumentado y es más diversa. “Con una representación mucho mayor de América del Sur y América Central, además del Caribe. La comunidad dominicana ha crecido desde entonces y una de las cosas que me entusiasma es ver a la nueva generación de líderes. Estoy emocionada de comenzar a trabajar con ellos”, dijo.
Muchos de los líderes latinos que conoció todavía están activos, dijo, pero “además de eso, veo a una generación de personas que están en los treinta, veinte o cuarenta años de edad haciendo un trabajo impactante en términos de justicia social, cultura y asuntos de inmigración. Filadelfia no tenía esa diversidad de liderazgo que tenemos ahora”.
“Los diferentes grupos tienen diferentes prioridades”, dijo. “Por ejemplo, los puertorriqueños, que tienen pasaporte estadounidense, no experimentan los mismos problemas de inmigración que las personas de Centro y Suramérica, pero cuando venimos a los Estados Unidos, muchos de nosotros, no todos, enfrentamos las mismas desventajas que enfrentan otros inmigrantes como el racismo y las dificultades para conseguir un trabajo. Creo que las similitudes son más que las diferencias”.
“Para mí, la raíz de la gran mayoría de los problemas que enfrentamos en las comunidades latinas de Filadelfia es la falta de igualdad económica y la falta de acceso al capital, tanto personal como para los negocios”, dijo, “entonces ese es el espacio en el que estoy interesada en trabajar “.
Lo cierto es que mientras Martínez se desempeñaba en sus roles de liderazgo, nunca descuidó su otra pasión, la música. En Washington D.C., perteneció a un grupo de música andina en el que tocaba el charango. En Filadelfia se presentaba en festivales callejeros con la agrupación “Corazón al Sur”.
En estos días, se está reconectando con la música, la composición y la producción musical. “Me sorprendió mucho no encontrar mujeres que pudieran grabar mis producciones y nuevamente estamos hablando de buscar una comunidad que es difícil de encontrar”.
Ella ahora está pensando muy detenidamente en dónde quiere poner “su granito de arena”. “También estoy comprometida, además de producir música, en hacer algo para aumentar la visibilidad, el apoyo y el acceso de las mujeres a la música, lo que sea que necesiten para lograr la igualdad económica”, dijo. “Porque, cuando vemos una realidad en la que no hay suficientes mujeres en el espacio de la producción, eso significa que todo el dinero de la producción musical se va a manos de los hombres”
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