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Sign upUn evento de relaciones públicas del Culture Club en una lavandería local en el verano de 2025. (Facebook/The Culture Club PR)
En un pequeño restaurante del sur de Delaware, un grupo de estudiantes cruza la puerta por primera vez. El aire huele a hogar —masa caliente, cilantro, plátanos fritos— y la bachata retumba por los altavoces. Algunos se detienen al reconocer la bandera de su país colgada entre otras cerca de la caja registradora. Otros sonríen radiantes al oír el español tan familiar que habla el dueño, cerca del mostrador.
Estudiantes de programas de verano recorrieron las calles de Milford y Georgetown, visitando negocios de propietarios latinos. Exploraron negocios tipo restaurantes, supermercados, panaderías y más, no solo para aprender cómo estos emprendedores iniciaron sus negocios, sino también para ver cómo se entrelazan la cultura, la gastronomía y la identidad.
“Cuando entraban y escuchaban su música, veían su bandera, olían su comida y veían a gente de sus países o de países cercanos donde les hablaban en español, sus caras eran como de ‘¡Guau!’”, dijo Neyda Albarrán, fundadora de El Club Cultural PR. “Pero no solo los negocios latinos, sino también una pizzería propiedad de latinos, decían: ‘Espera, para. Esa no es una comida tradicional’. Hay bufetes de abogados, barberías, hay de todo”.
Para Albarrán, lo que comenzó en Puerto Rico como un pequeño proyecto apasionante en una habitación libre de la casa de sus padres se ha convertido en un aula cultural itinerante, que la ha acompañado desde Puerto Rico a Florida y ahora a Delaware.
“El Club Cultural PR existe para promover una cultura de paz a través del aprendizaje, la experiencia y la celebración multicultural”, dijo, señalando que creó el proyecto para exponer a su hijo a la riqueza de las culturas del mundo cuando no pudo encontrar ningún programa local que lo hiciera.
En los inicios del club, los niños se reunían en centros comunitarios y bibliotecas.
“Cada mes, realizábamos un taller centrado en un país, una región del mundo, una cultura o una celebración tradicional diferente. Los niños tenían un pasaporte que sellábamos con el sello del país, y así viajaban por todo el mundo en todas nuestras actividades”, dijo.
Cuando se mudó a Florida, Albarrán notó cómo los jóvenes locales estaban perdiendo el contacto con su herencia y lengua puertorriqueñas. Adaptó la misión del club para satisfacer esa necesidad, organizando actividades temporales en centros comerciales, eventos de estaciones de radio y festivales comunitarios.
Hace tres años, trajo El Club Cultural PR a Delaware, donde continúa arraigando a los niños en su orgullo cultural, al tiempo que amplía su alcance y grupo de edad.
Si bien El Club Cultural PR originalmente atendía a niños de primaria, su impacto ha crecido con sus jóvenes estudiantes. Ahora, también llega a adolescentes con ganas de emprender.
Nos hemos centrado en niños de primaria, de entre 5 y 11 o 12 años, pero también empezamos a conectar con jóvenes a través de la formación de emprendedores globales y la capacitación en habilidades empresariales. De ellos, ya tenemos dos adolescentes que han emprendido su propio negocio, dijo Albarrán.
Hoy en día, la organización colabora estrechamente con los distritos escolares locales, incluyendo Seaford y Milford, para llevar la programación cultural directamente a las aulas y campamentos. Gracias a estas colaboraciones, los estudiantes visitan negocios reales, desde panaderías hasta barberías, y conocen a emprendedores latinos que comparten sus propias historias.
También aprenden sobre la gastronomía tradicional de forma práctica. Un evento destacado es Totally Tortillas, donde los niños preparan tortillas auténticas mientras exploran la historia indígena y cultural del maíz en Latinoamérica.
“El plan era exponerlos a la historia y el poder del maíz en los países latinoamericanos. Tiene significados religiosos e indígenas. Luego, que crearan masa de tortilla de verdad, no la que se compra en caja o algo así”, dijo Albarrán.
“Las caras de los niños latinos que decían: ‘Ya sé lo que es eso’, cuando les mostré todos los tipos de maíz y los ingredientes… cuando pudieron manipularlo ellos mismos y crear su propia tortilla, fue increíble”. “Hay una chispa ahí que despierta la curiosidad cultural”, añadió.
El Club Cultural PR también acerca la cultura a los niños a través de paseos narrativos que combinan lectura y movimiento.
“Nuestras caminatas narrativas se realizan en tres idiomas: inglés, que suele ser el texto original, y una traducción al español y otra al creole haitiano”, explicó Albarrán. “Una vez que la gente comprende que todos venimos de diferentes lugares y tenemos nuestras culturas distintivas, pueden apreciar mejor a los demás”.
Ya sea leyendo libros, visitando empresas o cocinando tortillas, el objetivo de Albarrán es crear experiencias que hagan que el conocimiento cultural se mantenga vivo, no solo en un aula o un proyecto del mes de la herencia.
Si bien la organización ahora se asocia con escuelas, campamentos de verano y eventos comunitarios en todo el condado de Sussex, Albarrán espera expandir estos recursos a todo el estado y algún día abrir un centro multicultural en el condado de Sussex, creando un hogar permanente para celebrar y compartir la cultura con las generaciones venideras.
Esta historia fue financiada por una subvención de cobertura de la Corporación para la Radiodifusión Pública.
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